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Hablemos en este Pícnic! de otras formas de poder, un término que por alguna razón nos remite a veces hacia lo negativo, hacia los excesos o los mandatos que no decidimos. Esta semana escuché el discurso que dio la ex primera ministra de Nueva Zelanda, en la universidad de Yale. Me interesaron las reflexiones de una mujer que lideró un país casi sin buscarlo, a los 37 años, que lo hizo al mismo tiempo que criaba a un bebé recién nacido, y que debió enfrentar desafíos tan complejos como la masacre de Christchurch, que dejó más de 50 muertos a mano de un extremista

Ardern habló de algunas formas de poder que, cuando no le prestamos atención, suenan a repetidas. Pero son esenciales, al menos para intentar tener esperanza; empatía y conexión humana, liderazgo responsable y transformador, y “la fuerza de la bondad cotidiana”. Su abordaje puede parecer inocente, pero es vital.

Hoy quiero hablar del tercer concepto, porque creo que es usual que lo pasemos por arriba a puro apuro y a puro realismo más realista que el rey. Soy culpable de eso y me arrepiento de no creer más y mejor en la bondad. La bondad cotidiana a la que se refiere Ardern son las pequeñas acciones del día a día, las que hacemos, o podemos hacer, por otras personas, por otros seres vivos, por el lugar en que vivimos y hasta por nosotros mismos. Cuando esas pequeñas expresiones individuales se multiplican tienen un alcance colectivo y transformador, dice. “No subestimen su poder de marcar la diferencia desde lo cotidiano”.

Me da felicidad escuchar que la bondad no es ingenuidad ni debilidad; por el contrario, requiere el coraje de escuchar, de actuar con paciencia, de reconocer al otro incluso cuando es distinto o cuando no estamos de acuerdo. ¿Es solo mi impresión o demasiado a menudo se vincula al bueno con el “bobo”? Qué tristeza.

Ardern va un paso más allá y sostiene que la bondad cotidiana tiene valor político porque construye comunidades más resilientes y reduce la polarización. Lo interesante de su planteo es que esa bondad de la que habla no es tan solo un gesto individual, ético o moral (que lo puede ser, también), sino una cultura del comportamiento cotidiano que puede permear instituciones, políticas públicas y modelos de liderazgo.

Su noción de bondad viene desde tiempos aristotélicos y, sin embargo, cuántas veces la menospreciamos. Aristóteles consideraba que la areté (virtud) no se traduce sólo en actos heroicos, sino en hábitos cotidianos. La bondad, así, es la virtud que se cultiva mediante la repetición de actos buenos, en un equilibrio entre la razón y la emoción.

Me quedó con el espíritu de las palabras de Jacinta; ser bueno, ser justo, no es cuestión de grandes declaraciones, sino de práctica constante, elección tras elección. La bondad forma caracteres tan heroicos como el coraje. Tal vez más.

La empatía y la bondad no suelen venir de la manos de los liderazgos actuales y siempre pero siempre son difíciles de aplicar correctamente, pero ojalá cada uno de nosotros nos dejemos convencer por su poder. Te deseo una buena semana.

Para ver

Mazel Tov. Por fin una de Suar que está buena, dicho con todo respeto por este productor actor y director, en este caso, de Mazel Tov, la película argentina que se puede ver cines y en Disney, que cuenta la historia de cuatro hermanos judíos que se reencuentran cuando muere su padre. Es la segunda vez que Suar se ubica detrás de cámaras, y le sale bien la tragicomedia que, bajo la excusa de una boda y un bat mitzvá interrumpidos por la muerte del padre, se centra en las complejidades de los vínculos entre hermanos, entre los recuerdos eternos y la competencia inevitable. También ayudan los actores, encabezados por Fernán Mirás.

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Hotel. Atentos amantes de las series de época (me incluyo), porque Hotel Portofino es una serie inglesa de 2022 que ahora se puede ver en A&E a través de las plataformas online de TV para abonados. Si bien ya va por su tercera temporada, por ahora está disponible la primera. Es la historia de una heredera inglesa casada con un caballero bueno-para-nada y sin una libra, que decide instalarse en Portofino para llevar adelante un hotel de lujo, en los años 20. Los paisajes y el pueblo son una belleza, igual que el vestuario, los peinados y hasta la vajilla. La historia está repleta de estereotipos telenovelescos, hasta disfrutables, y hay romances, traiciones y salidas del closet. Natascha McElhone es una reina.

Misiones. La -aparentemente- última Misión Imposible (Sentencia final) ya se puede ver en cines. Es pura acción y tiroteos y saltos y Tom Cruise corriendo como desesperado o como si no existieran los cumpleaños (¡!). Hay que sacarse el sombrero con este señor que hace todas las acciones de riesgo sin usar dobles, porque le gusta el peligro, nomás. Siempre son superproducciones divertidas, que vale la pena ver en pantalla grande. Cuando sale una nueva película de cualquier saga me parece un programón ver las anteriores, que en este aso están casi todas disponibles en Disney. Salvo la 1, que es de las mejores. Acá te dejo un ranking de todas las películas y, para sorpresa de nadie, la mejor fue la primera, esa que todos recordamos porque Cruise queda a metros del piso de una habitación repleta de sensores.

Las elegidas de Tom Hiddlestone

Me gusta cuando Letterboxd, el sitio especializado en cine, le consulta a los famosos cuáles son sus películas favoritas. Las elegidas por Tom, el malo de Thor pero ante todo el gerente caballeroso de The Night Manager, buena serie que se puede ver en Amazon Video, son:

Heat(Fuego contra fuego). Al Pacino, Robert de Niro, Val Kilmer y un elencazo dirigido por Michael Mann. Se puede ver en Disney.

La grande belezza. Es un tremendo filme italiano dirigido por Paolo Sorrentino. Me lo recomendó mi hermana y lo ví el año pasado porque en Italia está disponible en Netflix. Pero acá, no. Un canto de amor a Roma que se puede ver en Mubi.

The Shawshank Redemption (Sueños de fuga). Un clásico con el mejor Morgan Freeman y el mejor Tim Robbins, una historia maravillosa de amistad que se puede ver en MAX y en Mercado Play.

Singing in the rain Sí y mil veces sí. Una película mágica en la que Gene Kelly canta en vivo y baila bajo la lluvia real, nada de efectos especiales. Está en MAX en 4D y en YouTube.

Las mejores series de la primera parte del año

Recién estamos en junio. ¡Ya estamos en junio! Y me encantan las listas, así que te dejo mis series favoritas, de las que se pueden ver por esta zona, porque Apple TV sigue ignorándonos, los muy malvados, y debo reconocer que están haciendo producciones fabulosas. El criterio es el siguiente: me gustaron, las miré con ganas, de corrido o esperando el siguiente capítulo

The Pitt MAX. Una de médicos, pero diferente a todas las que vimos antes. Protagonizada por Noah Wyle, que se hizo famoso gracias a otra serie de médicos (ER. Sala de emergencia), son 15 capítulos que se desarrollan, hora a hora, en una emergencia de un gran hospital de Pittsburgh. Los que entienden de medicina dicen que es la serie más realista desde el punto de vista técnico y advierto que no es apta para quienes son sensibles ante las imágenes con sangre. Lo que mejor hace The Pitt es describir la realidad de la salud estadounidense, que en parte también es la de otras saludes.

Paradise. Disney. El fin del mundo alguna vez llegará y, mientras tanto, lo seguimos imaginando con buenas series como esta. Esta vez un presidente y su agente especial del FBI favorito, son parte de una conspiración para -supuestamente- salvar a la humanidad, para lo cual algunos elegidos logran sobrevivir al desastre en una megaciudad construida en lo profundo de una montaña. Pero nada es lo que parece.

Andor. Disney. La temporada 2 de esta serie del universo de Star Wars es todavía mejor que la primera y Diego Luna, su protagonista y productor, es un capo. Es la precuela de una de las películas de la saga, Rogue One, el comienzo de una revolución contra el poder más gigante del universo. Pero la atención no se centra ni en los efectos especiales ni en la ciencia ficción, sino en la construcción de la resistencia y en una pregunta constante: ¿cuánto vale la libertad?

Adolescencia. Netflix. Esta serie británica fue muy publicitada porque cada uno de sus cuatro capítulos se filmaron en una sola toma, una proeza técnica increíble. Pero esa es solo una de las bondades de esta historia que pone los pelos de punta, sobre todo porque (aunque cueste reconocerlo) nos puede suceder a cualquiera de nosotros. Un niño casi adolescente es acusado de asesinato y en el medio queda su familia, la comunidad y mucho más. En el fondo nos hace preguntar qué nos impulsa a la violencia extrema y hasta qué punto podemos ser capaces de cometer un asesinato. Tremendas actuaciones.

No digas nada. Disney. La serie es de 2024 pero se pudo ver en esta zona este año. Una historia infernal de fidelidades mal entendidas, de sueños revolucionarios de la juventud que pasan de la paz a la violencia, de excesos y sufrimiento en la Irlanda del Norte. La historia de dos hermanas que se convirtieron en terroristas.

Daredevil. Born Again. Disney. Siete años después de que Daredevil de Netflix fuera cancelada, la versión de Charlie Cox del justiciero de Marvel regresó con todo, esta vez acompañado de un Kingpin que da miedo, interpretado por Vincent D'Onofrio. Esta es una de héroes que va más allá de la acción, porque cada paso del abogado Matt Murdock supoe una decisión ética. Ojo que no es para niños.

Ciudad tóxica. Netflix Esta es una miniserie sobre tres madres que lucharon contra el gobierno local de una ciudad inglesa en la que la eliminación inadecuada de residuos tóxicos tuvo consecuencias terribles en niños que nunca llegaron a nacer o que lo hicieron con serios defectos congénitos.

The Last of us. MAX. En la temporada dos de esta gran historia tal vez hay menos zombies, pero es hasta más intensa que la primera porque el horror esta vez se concentra en los humanos y en las decisiones que toman, o deben tomar, para sobrevivir y para proteger a los seres que aman. Bella Ramsey y Pedro Pascal la rompen. Y pasan cosas inesperadas y sin vuelta atrás.

Hacks. MAX. Deborah Vance (Jean Smart) y Ava Daniels (Hannah Einbinder) volvieron para una cuarta temporada y, a diferencia de tantas otras series, no se repiten, no bajan la guardia y siguen dando tremendo show. La comediante ahora llegó a la televisión abierta con un late show, pero se desata una nueva guerra entre las socias inesperadas, que luego se convierte en una guerra contra el sistema. En el medio se cuelan reflexiones sobre envejecer y el sentido de la vida.

Etoile. Prime. Me gustó esta serie de Sherman-Palladino, que se desarrolla en el rígido mundo del ballet, entre Nueva York y París. Nada de lo que sucede es del todo creíble y, sin embargo, es muy disfrutable. Todos actúan bien, las coreografías son maravillosas, la química entre los personajes saca chispas y ya renovó para una segunda temporada.

El camino estrecho al norte profundo. Universal. Esta miniserie es una adaptación de la novela de Richard Flanagan, ganadora del Premio Booker en 2013. Protagonizada por el ascendente Jacob Elordi y por el siempre correcto Ciarán Hinds, ambos interpretan a las versiones joven y adulto de un cirujano con una experiencia traumática durante la Segunda Guerra Minimalismo. Cuando cae prisionero de los japoneses, es obligado a atender a sus compañeros que debían trabajan esclavizados en la construcción del Ferrocarril de Birmania. Son cinco episodios brutales, sin respiro para el sufrimiento.

Asura. Netflix. No recuerdo cómo descubrí esta miniserie japonesa, pero no fue porque haya tenido gran publicidad. Los siete episodios se centran en la historia de cuatro hermanas adultas que sospechan que su padre tiene una aventura y podría haber tenido un hijo con otra mujer. Cada una reacciona a su manera y mientras buscan respuestas, va cambiando también la relación entre ellas y con sus parejas. Mientras tanto, se siguen reuniendo para comer, pelear, contarse secretos y desconfiar de los hombres que quieren. Porque, bien lo dijo alguien alguna vez, nunca se conoce de todo a la otra persona.

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