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12 de junio 2025 - 5:00hs

Uruguay integra las Digital Nations (Naciones Digitales, ex D9), un selecto club de los países digitalmente más avanzados del mundo junto a Estonia, Israel, Nueva Zelanda, Reino Unido, Canadá, Portugal, México, Corea del Sur y Dinamarca. Este grupo promueve principios comunes de transparencia, servicios centrados en el ciudadano y uso de tecnología para resolver problemas públicos. Fuimos el primer país latinoamericano en ingresar a este "club de élite" digital en 2018, e incluso presidimos el grupo durante un período. No es menor: compartimos mesa con referentes globales en innovación estatal.

Y sin embargo, ¿no llegó ya el momento de impulsar una segunda era de transformación digital en la gestión pública uruguaya?

Porque mientras nos enorgullecemos de integrar este selecto grupo, de poder realizar declaraciones juradas de impuestos online, solicitud de partidas vía web o acceder a la historia clínica de forma electrónica, seguimos obligando a los ciudadanos a hacer los trámites presenciales para renovar la libreta de conducir o la cédula de identidad. Aún cuando gran parte del proceso está informatizado, seguimos exigiendo traslados, agendas, formularios impresos, esperas. El resultado es una experiencia ineficiente que consume tiempo, energía y recursos —tanto del como del Estado.

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Los números son contundentes: según el Censo 2023, Uruguay tiene 3.499.451 de habitantes y más del 90% tiene a un smartphone. Con una penetración de telefonía móvil del 130% y el 83% de los uruguayos conectado a servicios móviles, tenemos la infraestructura digital que muchos países envidian. Entonces, ¿por qué no imaginar un ecosistema de identidad completamente digital, donde el documento físico no sea indispensable?

Argentina, que en general se había comportado como ejemplo de lo que no hay que hacer, en esto, ha dado pasos relevantes dignos de visualizarlo como ejemplo. Su aplicación "Mi Argentina" centraliza DNI digital, licencia de conducir, cédula vehicular, seguro del auto, credencial de vacunación, CUIL y decenas de documentos más. Todo validado por organismos oficiales, funcionando offline con validación biométrica. Un paso ambicioso hacia una ciudadanía digital integral.

El problema no es solo la digitalización: es la fragmentación. Uruguay ya tiene experiencia —la cédula electrónica, la app del STM, certificados de vacunación digitales— pero falta visión de conjunto. Hoy los documentos están desperdigados: uno en una app, otro en la web, otro en papel. ¿Qué pasaría si diseñáramos una única plataforma estatal donde cada ciudadano acceda a su identidad, permisos, licencias y beneficios desde el teléfono?

Y hay algo aún más anacrónico: los ciudadanos deben gestionar certificados que ya están en poder del propio Estado. Constancias de domicilio, partidas de nacimiento, certificados de buena conducta, informes registrales. En un Estado verdaderamente digital, la lógica debería ser inversa: no que el ciudadano traiga los documentos, sino que las reparticiones se hablen de forma integrada entre sí.

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Una segunda era digital no se construye con más trámites online, sino con menos trámites, mejor integrados, más interconectados.

Una segunda era digital no se construye con más trámites online, sino con menos trámites, mejor integrados, más interconectados.

¿Es tan difícil imaginar que el Ministerio del Interior, el Banco de Previsión Social (BPS), la Dirección General Impositiva (DGI), los registros y Salud Pública compartan información de forma segura, para que el ciudadano no tenga que actuar como "cartero" entre dependencias? En un sistema interconectado, la interoperabilidad ahorraría miles de horas, evitaría duplicaciones innecesarias y contratiempos a los ciudadanos resignando muchas veces parte del jornal.

Uruguay está en una posición privilegiada para dar este salto. Por su escala manejable, madurez institucional y reconocida trayectoria en gobierno digital. Una segunda era digital no se construye con más trámites online, sino con menos trámites, mejor integrados, más interconectados.

Es cambiar el paradigma: pasar del "usted debe traer" al "ya lo tenemos". De exigir papeles a habilitar datos. De hacer filas a hacer clics. La tecnología está. La infraestructura también. Hay un escenario2 posible.

El futuro digital es hoy. Uruguay debe volver a liderarlo.

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