Si no fuera por ese sarcasmo rancio, quizás los isleños no estarían tan montados en ira. El nivel de ironía de la política estadounidense con Groenlandia -arrogante y despectiva- era toda una provocación.
Por eso quizás, en una nueva vuelta de tuerca, finalmente el viaje quedará acotado a una visita a la base militar de la isla para evitar mayor cortocircuito con los locales y sobre todo, con un irritado Copenhague.
La narrativa de la Casa Blanca, en la que la retórica presidencial sobre la necesidad de “comprar” el territorio a Dinamarca debía entenderse mera coincidencia con esta escapada sin agenda oficial había tensado demasiado la cuerda.
La obsesión de Trump: seguridad en el Ártico y reserva de "tierras raras"
Donald Trump fue muy claro, sin embargo, sobre la necesidad de tomar el control de Groenlandia para proteger los intereses de seguridad nacional.
Con la incorporación de Suecia a la OTAN, Rusia quedó como el único país fuera de organización en el Ártico.
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La tensión militar se volvió un asunto prioritario y la base de EE.UU. en la isla -una presencia que se remonta a la Segunda Guerra Mundial- es un enclave crítico.
Groenlandia es puerta de entrada para buques rusos y submarinos nucleares.
Ni hablar de los recursos naturales de Groenlandia, mucho más abundantes que los de Ucrania, y que deben hacer que Trump se frote las manos.
Es el caso de las llamadas “tierras raras” o “rare earths”, de las que tanto se habló últimamente por la importancia que les otorga el propio Trump.
Minerales críticos (17 elementos con aplicaciones muy variadas desde coches eléctricos a turbinas eólicas) que, como indica su nombre, son difícil encontrar en concentraciones suficientes como para que su extracción resulte económicamente efectiva. Groenlandia posee la octava reserva del mundo de estos elementos.
Pero los isleños también tienen petróleo y gas natural aunque en 2021 se prohibieron las exploraciones petroleras por preocupaciones climáticas. Además, posee zinc, níquel, cobre, uranio, carbón, oro y diamantes.
No es raro que que Trump haya insistido. Porque no es la primera vez que lo intenta. Ya durante su primer mandato quiso adquirirla pero el gobierno danés del momento fue tajante en su negativa.
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En la isla las reacciones fueron de total repudio. “Muestra una falta de respeto por la gente de Groenlandia”, dijo el ganador de las elecciones que se celebraron hace apenas un mes, Jens-Frederik Nielsen.
Los partidos políticos aún están negociando una coalición de Gobierno y la próxima semana todavía deben realizarse los comicios municipales.
La primera ministra danesa, Mette Frederiksen, tampoco se calló y dijo que esta visita ejercía una “presión inaceptable a la que nos resistiremos”. “El presidente Trump va en serio y es perseverante. Quiere a Groenlandia”.
Guía rápida sobre Groenlandia
- Groenlandia es la mayor isla del mundo. Dos tercios del territorio están dentro del Círculo Polar Ártico. La capital es Nuuk, con una población de apenas 57.000 personas, una de las ciudades menos habitadas del planeta.
- No es soberana aunque sí autónoma. Fue colonia de Dinamarca hasta 1953. En 1979 un référendum dispuso su autogobierno. En 2009, el gobierno danés transfirió gran parte de sus poderes al parlamento regional de Groenlandia.
- La isla, a diferencia de Dinamarca, no pertenece a la Unión Europea. Copenhague aporta un tercio del presupuesto público de la isla. Y se ocupa de sus asuntos exteriores como la seguridad.
- Groenlandia vive de la pesca y de una actividad minera limitada -pese a que posee recursos que no pasaron desapercibidos para Trump-. Hace poco se inauguró un aeropuerto internacional, que esperan ayude a promover el turismo.
- Recientemente se celebraron elecciones. La mayoría prefiere un cambio gradual. Tres de cada cuatro votantes se inclinó por partidos que proponían un distanciamiento progresivo de Dinamarca. Necesitan construir primero una economía sustentable.
- Un cuarto de los votos, no obstante, se canalizó hacia partidos más radicales que buscan un corte urgente con Copenhague, alimentado por viejas heridas y tensiones actuales como la discriminación racial.
Reclamo de inversiones a Europa y Trump como oportunidad
La isla, mientras tanto, se ve atravesada por sus dilemas y sus contradicciones. Por un lado, ante la creciente ofensiva de Trump, recurre a Europa para asegurarse su apoyo en caso de una -¿improbable?- avanzada militar.
Pero hasta ahora el principal reclamo hacia a la Unión Europea (UE) estuvo vinculado con la falta de inversión.
El bloque abrió un consulado en Nuuk en 2024 con el objetivo de mejorar los lazos económicos. La explotación de la riqueza natural de Groenlandia exige inversiones a largo plazo, lo que conlleva el riesgo de que algunos proyectos de explotación no rindan lo esperado en un principio.
En la isla reniegan que muchas empresas de la UE actúan con excesiva lentitud y que históricamente se han mostrado reticentes a realizar inversiones sustanciales.
Incluso se intentó involucrar al Banco Europeo de Inversiones (BEI), detallan, pero finalmente hay muy pocos proyectos en los participa activamente.
Por eso, en Groenlandia, se resisten a descartar un escenario óptimo en el que sea posible negociar.
Saben que sus recursos naturales y su posición estratégica en el Ártico son fichas que pueden jugar con Trump. Y el territorio necesita desarrollar su economía antes de poder soltarle la mano a Dinamarca. EE.UU. puede ser la fuente de grandes inversiones.
Martin Kviesgaard es el CEO del Bank of Greenland, el banco más grande de la isla. “Mi escenario de terror era algo similar al Brexit pero el resultado de las elecciones lo descarta”, le dijo a Bloomberg.
Se refiere a un "divorcio" brutal con Dinamarca sin soluciones pensadas de antemano.
Groenlandia no puede ir a un "divorcio" brutal con Dinamarca. No puede permitirse un Brexit. Necesita primero construir una economía sólida. Para eso necesita inversiones de largo plazo. Ése es su principal reclamo a Europa. Groenlandia no puede ir a un "divorcio" brutal con Dinamarca. No puede permitirse un Brexit. Necesita primero construir una economía sólida. Para eso necesita inversiones de largo plazo. Ése es su principal reclamo a Europa.
"Lo que necesita Groenlandia es que la UE y EE.UU. vengan a invertir y reduzcan la dependencia de China, que ya estableció su dominio en todo lo que son minerales críticos", asegura el banquero.
Su entidad ya subió en bolsa 20% por el interés de Trump en el territorio. Es la otra cara de no querer cambiar de “dueño”.
No es casualidad que una encuesta de este año haya revelado que el 85% de la gente en Groenlandia se resiste a la idea de convertirse en parte de EE.UU., según Bloomberg.
Sin embargo, aproximadamente la mitad considera el interés de Trump en el territorio una oportunidad.