
Con el presidente en crisis política por la sumatoria de acusaciones por corrupción, el líder del Partido Popular se debate entre pedir o no la moción de censura para removerlo del Gobierno.
Mientras el presente se desliza velozmente y el futuro se vuelve incierto, el pasado es el insumo favorito de las élites políticas. Franco, el comunismo y las nostalgias mal digeridas sirven más para dividir que para comprender.
A cuatro meses desde su regreso a la Casa Blanca, Donald Trump ya siente en carne propia los límites entre el show electoral y la gobernabilidad real. Prometió velocidad, pero la realidad es resistente a los guiones escritos en campaña.
Desde Chamberlain hasta el Brexit, pasando por la arrogancia de Bruselas y los nuevos outsiders políticos, Europa se repite en subestimar los síntomas del malestar social hasta que la realidad se impone como una bofetada.