12 de junio 2025 - 14:30hs

Melancolía

Cristina Fernández de Kirchner deberá ir presa y afloran las emociones. Euforia, tristeza, schadenfreude, temor, indignación por lo mucho, indignación por lo poco, rebelión, cálculo, satisfacción o indiferencia. Entre todas, muy esporádicamente, surge la melancolía. Quizás de sus seguidores, por supuesto, pero también de quienes la sufrimos. Sin dudas, la expresidenta fue una protagonista fundamental de nuestras vidas en el último cuarto de siglo, un período de tiempo lo suficientemente largo como para incorporarla, darla por sentado. Por supuesto que una cosa era cuando estaba en su apogeo y aparecía, arrolladora y prepotente, una y otra vez en las cadenas nacionales que se prolongaban con la militancia ocupando los patios interiores de la Casa Rosada, y otra, ahora, en declive político, recluida en un sector cada vez más minoritario de la sociedad. En todo caso, su agobiante presencia marcó nuestras vidas y como en los finales eternos de las películas de terror, reaparecía cuando parecía que ya no tenía nada para dar. Ahora, cuando todo parece indicar que su presencia irá siendo cada vez menos relevante, entendemos que su historia pone nuestra existencia en perspectiva: es otra de las historias que se irán con nosotros y que para futuras generaciones serán relatos remotos.

Núcleo duro

Esa continuidad de Cristina en lo que va del milenio estuvo basada en su vigencia en una parte del electorado. Se habla siempre del gran activo que tiene/tuvo y es ese "núcleo duro", un porcentaje de votantes que la iban a acompañar en cualquier circunstancia. Cada vez más decreciente en cantidad (recordemos que en 2011 sacó el 54 %, ¡en primera vuelta!) logró sostenerse en un 25-30 % que la convertía, aún en la decadencia política, en una protagonista importante. Resuelta la incógnita judicial, queda la incógnita política: ahora que ya no puede ser candidata, qué pasa con el lugar que tenía la persona cuyo superpoder era ser "la que más mide". Esa imagen ya no se va a poder transmitir en votos, ni siquiera en la circunscripción acotada que ella misma imaginaba. ¿Seguirá su influjo paralizante en el peronismo o en algún momento darán vuelta la hoja y comenzarán una nueva historia?

Tercer cordón electoral

Ahora bien, la composición de ese subgrupo importante de la sociedad —su núcleo duro— tiene dos elementos muy diferentes entre sí. Uno es social y geográficamente restringido y está definido por la última aspiración electoral que eligió CFK: una zona del conurbano profundo en donde se concentra la pobreza, la famosa "tercera sección electoral", como le gusta señalar a los burócratas del periodismo. Los motivos por los cuales la gente que está sumida en restricciones y carencias tiene su voto atado a quien más poder ha tenido para cambiar esa situación y no lo hizo, sino que la empeoró, es algo que se escapa a las posibilidades de esta nota. Dejo constancia de que no hay un juicio condenatorio posible para sectores de la población que llevan varias generaciones sin conocer trabajo estable, educación formal, condiciones dignas. Votan lo que votan sintiendo que lo hacen en defensa propia. Han sido defraudados, pero en Argentina, ¿quién no?

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Kirchnerismo escolarizado

El otro grupo del núcleo duro es menos merecedor de comprensión y simpatía. Son los realmente beneficiados de la hegemonía kirchnerista. Universitarios, artistas, escritores, intelectuales. Gente con preparación, supuestamente sofisticada. En los últimos veinte años se convirtieron en el grupo social más ideologizado de la Argentina. Decir que fueron comprados por el kirchnerismo es una simplificación brutal, seguramente injusta, pero que no deja de tener una base en el mundo real. Las condiciones para los universitarios mejoraron muchísimo durante el kirchnerismo, especialmente en el terreno salarial. Los músicos y otros artistas encontraron un circuito de contrataciones y festivales que, mientras hubo plata, fue generoso para todos. Desde ya que todo eso —sumado a muchos otros desatinos de gestión— tuvo como contrapartida un desequilibrio económico fenomenal que derivó en lo que ya sabemos. Lo cierto es que los kirchneristas bilingües, como los llama Esteban Schmidt, se fueron encerrando en un mundo crecientemente estrecho de ilusión política, sazonado con jerga progresista, culto a la personalidad y obsesión con la "ampliación de derechos" como única política encomiable. Es un discurso sin variables económicas ni restricciones presupuestarias. Es el Never Land de Peter Pan.

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El resultado fue que todo ese sector, que tenía las herramientas culturales e intelectuales como para tomar distancia y tener una mirada crítica, se convirtió en el más radicalizado, dogmático e irreductible. En ningún momento, alguno de ellos intentó tomar distancia y evaluar que las pruebas que se iban acumulando sobre hechos de corrupción en el kirchnerismo alcanzaban un espesor tal que para ignorarlo había que hacer un esfuerzo deliberado.

La reacción al fallo

Lo cierto es que la reacción al fallo ha sido disímil y de acuerdo con esta torpe y esquemática clasificación que hemos intentado. Para aquellos que no pertenecen al núcleo duro de seguidores del kirchnerismo el fallo causó impresión y rápidamente fue abandonado. A las 21 hs del martes, la agenda había mutado rápidamente hacia el partido de la selección. En River se juntaron 85.000 personas a las cuales el conmocionante hecho de la política no les hizo la menor mella. No hubo alusiones ni en favor ni en contra. Sacando el incidente de Canal 13 y TN, forzado evidentemente por La Cámpora, no pasó absolutamente nada. Nadie salió a hacer una fogata en Acoyte y Rivadavia, nadie interrumpió el tránsito en ninguna calle, se levantaron los cortes en las rutas y no sonó ninguna cacerola en todo el día.

En "la tercera sección electoral", como siempre, no pasó nada. Anclados en el día a día de la subsistencia, los moradores de La Matanza y aledaños continuaron con su lucha diaria, sus preocupaciones que no van más allá de las incomodidades y penurias cotidianas. Si se expresan, será en septiembre y octubre, en las elecciones cuando, cada vez en menor cantidad, irán a votar y refrendar las istraciones peronistas. Nadie de la zona se movilizó espontáneamente y tampoco nadie fue a proponer una movilización.

La locura, la sinrazón y el negacionismo extremo aparecieron solamente en el segundo componente del núcleo duro, la intelectualidad kirchnerista. Las voces que más se escucharon —más allá de los políticos profesionales que son parte interesada del caso— fueron las de artistas y universitarios, que se mostraron esperanzados por una reacción popular como la del 17 de octubre. Los centros de estudiantes de los colegios secundarios activaron sus mecanismos de toma. Se pronunció la Asociación Argentina de Actores "contra la proscripción". Los jóvenes viejos de los streamings (Rebord y Rosemblat, por ejemplo) actuaron como voceros de lo más rancio del PJ convocando a figuras tan poco conectadas con el futuro como Guillermo Moreno, Ricardo Quintela, Agustín Rossi o Aníbal Fernández. Los más jóvenes sueñan con que el resultado del episodio judicial resuelva los problemas internos del peronismo y movilice a una población indignada y en estado de crisis.

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El caso

De lo que ninguno de ellos habla es del juicio, de los hechos, de las pruebas. Se lo ignora, se lo niega ("no hay pruebas"), se descalifica a los jueces ("no fueron elegidos por nadie"). Sin embargo, se trata de uno de los casos de corrupción más evidentes y estudiados por el periodismo y la justicia. Los hechos documentados hablan de una maniobra burda, en la cual, en el momento de mayor sensación de impunidad, dejaron huellas en todos lados. Resumamos los hechos principales. Néstor Kirchner al llegar a la presidencia inventa un empresario ad hoc para redireccionarle la obra pública. Luego desarrolla mecanismos para recuperar y blanquear parte de ese dinero. La provincia elegida es la que él y su mujer controlan desde hace años: Santa Cruz. Convierten a un amigo de Néstor Kirchner, cajero de banco, en un empresario. La obra pública, irregularmente, va direccionada para él. El empresario se convierte en millonario. Se llama Lázaro Báez. La parte en que el dinero, o parte de él, vuelve a los Kirchner, se dirime en otra causa, Hotesur-Los Sauces. Son dos emprendimientos inmobiliarios de la familia Kirchner —ahí entran las firmas y las responsabilidades penales de Florencia y Máximo— en donde se presume que Lázaro Báez pagaba habitaciones sin ocuparlas, un mecanismo clásico del lavado de dinero.

El movimiento de dinero en una y otra dirección es clarísimo y documentado. Lázaro Báez está preso derivado de un proceso anterior, condenado a 12 años por lavado de dinero, proveniente obviamente de la obra pública. Su enriquecimiento ha sido fenomenal, medido en cientos de millones de dólares. Hay que estar loco o cegado ideológicamente o estar involucrado como para decir que no hay pruebas de todos estos hechos y la conexión entre los mismos. Por otra parte, en el juicio a CFK por Vialidad fueron revisados y evaluados por un Tribunal Oral y luego revisados por el Tribunal de Casación. En la última decisión de esta semana, la Corte Suprema revisó la constitucionalidad del proceso. Se cumplió todo el recorrido judicial y ahora viene el turno de otras causas, como la mencionada de Hotesur y luego la de los cuadernos.

Tesis

Lejos de representar una distorsión de un movimiento político que hasta hace no mucho era masivo y fue determinante, creo que ese grupo de trasnochados negadores representan más fielmente que nadie la esencia del kirchnerismo y la ideología imperante durante la "década ganada". Piensan como Cristina, Cristina piensa como ellos. Su istración de la cosa pública entre 2007 y 2015 fue exactamente aquel Never Land en donde las reglas más elementales de la economía no regían. Los resultados están a la vista. Cristina es Ofelia, es Juan Minujín, es la Asociación Argentina de Actores. Fuimos gobernados por delirantes. Y además corruptos.

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