“La Corte informará la condena de Cristina a las cinco de la tarde”, dijo uno de los hombres más cercanos a la expresidenta ante una de las primeras consultas de El Observador en horas de la mañana. No falló. Tan solo 15 minutos más tarde de lo previsto, la noticia era viral.
El movimiento en la sede la PJ comenzó temprano. La primera reunión estaba programa a las 10 de la mañana. De la partida serían los senadores de Unión por la Patria. La excusa formal era hablar del endeudamiento y de la estrategia parlamentaria.
La titular del PJ dio una charla de tres horas. Con la certeza de que la condena que horas más tarde caería sobre ella no la alejaría de la política. Habló de su preocupación por el endeudamiento, les pidió a los senadores acelerar las emergencias y avanzar con el aumento a los jubilados. También tuvo tiempo de hablar de la integración regional.
Luego el bloque de senadores decidió quedarse a trabajar en el PJ, a la espera del fallo. CFK se reunió con los más cercanos. El día después, la defensa discursiva y la unidad de cara a las elecciones de la provincia de Buenos Aires fueron parte de las charlas del día.
Con el correr de las horas comenzaron a llegar los sindicalistas. Un tiempo más tarde irrumpieron en el edificio de la calle Matheu 140 Axel Kicillof y Sergio Massa. La unidad ya estaba sellada antes de que se conociera el fallo. El resto tendrá que ver con la burocracia istrativa propia del armado de las listas.
La militancia también llegó temprano. Antes del mediodía los autos ya no podían circular por la zona. Con el correr del tiempo todo se puso más espeso. Al final de la jornada serían tres cuadras repletas de gente. Muchos militantes con su agrupación, mucho de gente que llegaba suelta.
La seguridad estuvo manos de la militancia. La policía estuvo ausente. El Gobierno de la Ciudad solo apostó algunos agentes de seguridad para desviar el tránsito. Nadie los cuidaba, porque se cuidaban entre ellos.
“A pesar de las bombas, de los fusilamientos, los compañeros presos, los desaparecidos, no nos han vencido”, fue el cántico que más retumbó sobre la calle Matheu, por los menos en su tramo entre la avenida Rivadavia y Adolfo Alsina.
En una convocatoria variopinta convivían la bandera del PJ de Lomas de Zamora con los flameadores de La Cámpora y algunos paraguas del Movimiento Evita. Cada unos cuantos metros asomaba una bandera de la comunidad LGTB. Cada tanto alguien gritaba que le habían robado el celular.
El humo de las parrillas abrigaba la tarde. Después de todo era una jornada peronista, una más. Había chori, bondiola y hamburguesa. Había venta ambulante. Se ofrecían remeras, prendedores, bolsas de tela y gorros. La economía informal abrazó hasta el final a CFK. En las buenas y en las malas.
Con el correr de las horas el paisaje fue cambiando. Adentro y afuera. En la calle los militantes comenzaron a ganar terreno. Llegaban en bicicleta, con los auriculares puestos y el teléfono en una mano, siguiendo alguna trasmisión de YouTube; salían del subte, cruzaban Rivadavia a paso ligero. Puertas adentro del PJ la cosa también fue cambiando. El peronismo bonaerense se hizo presente en todo su esplendor. Kicilloff, Massa y Larroque se hicieron presentes.
Poco antes de que el fallo se diera a conocer se abrieron las puertas del PJ. Salieron dos hombres y se ocuparon de conectar los parlantes y probar el sonido. El final era anunciado y la certeza de que CFK le hablaría a la militancia también.
Puertas adentro ya estaba reunido el Consejo del PJ y los senadores, sindicalistas y dirigentes dejaron sus charlas para prestarle atención a la resolución de la Corte Suprema.
Poco más de media hora después, CFK ya estaba en el improvisado escenario montado en la puerta de la sede del PJ. El panorama alternaba los cánticos de guerra habituales con rostros que estallaban en llanto.
La militancia siguió atenta el discurso. Los silencios para escuchar, los aplausos para refrendar y los cánticos para acompañar. Todo en su medida y armoniosamente. A esa altura de la tarde, la cantidad de gente ya se había multiplicado. Como si la confirmación del fallo hubiera hecho florecer a kirchneristas de debajo de las baldosas.
Cómo fue la llegada de Cristina Kirchner a su departamento
Cerca de las 19, CFK se subió al auto, la militancia le abrió paso y partió casi a paso de hombre hasta Rivadavia. Dobló a la izquierda y emprendió el viaje hacia su departamento, en el barrio de San Telmo.
Lo que viene tendrá que ver con noches de vigilia. Con la militancia organizada en la calle. Las definiciones procesales marcarán el paso de las crónicas del día. Gaspar Campos o Puerta de Hierro. Habrá desfile de dirigentes. Ahora y después.
CFK ya estaba en su departamento y ya había saludado desde el balcón, pero en la sede del PJ aún quedaban dirigentes y un puñado de militantes. El último en irse fue el intendente de Merlo, Gustavo Menéndez. Minutos antes abandonaron la sede algunos de los hombres que trabajan en el día a día con CFK. Todos iban hacia San Telmo.
En ese marco, mientras se apagaban las luces del edificio de Matheu 140, el peronismo vislumbraba las primeras cuasi certezas sobre lo que vendrá. La convicción de que más allá de que no se le negará el beneficio de la prisión domiciliaria, la petición tardará en ser respondida. Por lo tanto, la expresidenta podría pasar algunas noches detenida en alguna alcaidía.
“Son así de hijos de puta”, sentenció uno de los cuadros que trabaja en el Instituto Patria. Un dato menor en comparación con la dimensión histórica de la jornada.